viernes, 2 de febrero de 2018

Las grandes señoras

Para representar la pesadumbre, Thomas Dquincey imagino tres señoras de las profundidades:
La de las lágrimas, La de los suspiros, la del desespero. Ellas nunca usan su voz, ni escalan las nubes, ni se pasean sobre el viento.

Hoy, por el contrario, el museo de arte afroamericano nos convida a pasear. Saco a sus señoras-despojadas de sus nombres , quizá peyorativos, de las interpretaciones, quizá coloniales con las que se pretendió oscurecer su sentido primero y ahora relucen fuertes, plenas como objetos hermosos en sí mismos.

El Convite abarca las mujeres de Carlos_ , esas señoras enormes, cuyos cabellos tocan los aires embebidas como están en la delicia de danzar.

Todas las piezas dialogan entre sí y con nosotros, nos convocan a pasear sobre el viento, a celebrar lo femenino del alma.

Museo y curadora han logrado un género de exposición que propicia la gracia de crear imágenes entrañables, el placer del ánimo, nuestro deleite (voy a decir ahora palabras de Ana Enriqueta Terán)
“y también un nuevo deleite para las grandes señoras negras”

Itala Scotto Domínguez


Kashmir - ritual y oficio texto por: María Grazia Gamarra de Trum

La forma que se ajusta al movimiento
No es prisión sino piel del pensamiento.
Octavio Paz

“La escultura ha sido mi respuesta, de las más sinceras que podría tener.”Esta afirmación resume de manera precisa y bella la persona y la obra de Carlos Jairrán.
A partir de los juegos infantiles con plastilina asume la vocación y el riesgo de la escultura al ingresar, a los 17 años, al taller de UNEARTE. Desde el comienzo le seduce la figura humana en movimiento. El conocimiento de los grandes artistas del Renacimiento y del Barroco le indica el camino hacia una escultura formal y figurativa que aborda el estudio del cuerpo, de los “volúmenes y pliegues que generan pesos y relieves proyectados a partir de músculos, huesos y órganos internos…” El escultor aborda el modelado partiendo de la estructura, construyendo el cuerpo de adentro hacia afuera, procurando que la proyección de éste responda al movimiento que se genera desde lo interno”.
Era inevitable que se manifestara en Carlos el interés por la danza, y con ella el desarrollo del dibujo . Ya no se trataba sólo de mostrar cuerpos en tensión, sino de enfrentarlos al espacio vacío. El trabajo con modelos garantiza una mayor comprensión del cuerpo, de las tensiones musculares, de los pliegues en la piel en estos personajes que quieren volar. Son coreografías en las que las figuras bailan sobre bases inestables, altas, en un dificil equilibrio que las lleva al límite de una posible caída. La participación del espectador se verá afectada: estará en  tensión constante al pasar de una escultura a  otra, intentando esquivar los cuerpos que podrían desplomarse en su irresistible afán por ascender.
Concluida la universidad, Carlos se enfrenta a la soledad del escultor en su propio taller, lejos de maestros y compañeros, del ruido y la alegría del trabajo compartido. Sus figuras, alguna de gran tamaño, quieren proseguir el vuelo pero algo las ata firmemente a la tierra; el personaje alado lucha, quiere desesperadamente elevarse , pero el tentáculo animal que envuelve uno de sus pies  se lo impide.  Siguen figuras que se tuercen sobre sí mismas en posiciones físicamente casi imposibles, manteniendo a duras penas el equilibrio. Finalmente se impone un período de descanso y de introspección en que los personajes se detienen, contemplan desde lo alto , reconquistan en el silencio su paz interior.
Pasada esta etapa de reposo regresa con gran intensidad la conexión con la danza, que aportará belleza y armonía de proporciones aún a las figuras más atormentadas; de nuevo los cuerpos desafían el espacio, a veces sonrientes, como si ignoraran el peligro. De pronto comienzan a dar vueltas sobre sí mismos, configurando dramáticas espirales humanas. Más tarde  la presión de eventos externos sobre la sensibilidad del artista le sugiere la idea de trágicos “Juegos en sujeción”, escenas patéticas de seres encadenados que solamente juegan a ser libres. Nos revela el escultor  el sentido comentario de una espectadora : “El personaje está triste, su pie está a punto de tocar fondo cuando de pronto comienza a levantarse. Es como una metáfora de no dejarse caer. Capaz tú te sentías así y al modelarla te levantaste nuevamente..”
Enfrentados a la obra de Carlos , más allá de la admiración que despierta en nosotros la impecable técnica, el trabajo con la figura humana, el estudio de tensiones y movimientos, impacta la madurez y la evolución conceptual de su trabajo , como éste- manteniendo los valores y los caracteres que son fundamentales para el artista- responde coherentemente a su desarrollo como ser humano inscrito en un país y en un tiempo.
Agradecemos la invitación que nos permite  comprender a través de las obras aquí expuestas  que  la escultura ha sido desde un comienzo la respuesta  estética de Carlos Jairrán, ciertamente la más honesta y sincera que podía compartir y ofrecernos.

María Grazia Gamarra de Trum


Carlos Jairrán
Foto: Leonardo Azarak 
Noviembre 2017

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Talleres de Escultura: Modelado de retratos

Grata experiencia en el Museo Afroamericano con el taller de retrato escultórico en el marco de mi exposición individual  ¨Kashmir- Ritual y oficio¨. 

No se si lo sabían pero disfruto mucho impartir estos talleres, lo hago desde que tengo 15 años y para mi es una de las experiencias más enriquecedoras, además de compartir lo que sé, también aprendo bastante. en este taller desarrollamos el modelado de un retrato escultórico, tomando en cuenta las proporciones del rostro, gesto y expresividad, trabajando directamente con modelo vivo.